Sí, así es mi estimado 2013, tu antecesor, el 2012, se portó maravillosamente conmigo. Déjame te cuento:
Cuando llegó sentía frío y estaba triste. Poco a poco tu amigo 2012 me guio para encontrar mi camino en la que llamaba mi nueva ciudad. Con el paso de los meses fue trayendo amigos que he ido conociendo de por aquí y por allá, fue haciéndome encontrar actividades y me dejó aprender cosas nuevas. Vamos, pude ver la vida de manera distinta.
Para el verano ya me sentía como pez en el agua y comenzaba a soñar, a imaginar el futuro… en donde tú ya figurabas. Cayeron las hojas de los árboles y paulatinamente el frío regresó, pero afortunadamente, el corazón se sentía mucho más cálido y acompañado. Todo indicaba que el proceso de adaptación estaba llegando a su fin.
Siguió dando sorpresas a pesar de que se encontraba ya prácticamente en el último aliento y puedo asegurar que hasta cerró con broche de oro y aunque tú llegas lleno de energía y buenas intenciones, te aseguro que no seré fácil de impresionar, pues ya no me lamparean los inicios de año como antes.
Ya te di oportunidad de conocerme durante enero y me dejaste ver lo bueno que podrías traer bajo el brazo, pero no estoy del todo segura que vayas a tener el valor para cumplir tus promesas -cual político mexicano, así es. Por ello, hoy te recomiendo que ya te pongas las pilas, que ya estoy ansiosa de verte en plena acción y que una vez que el invierno deje el cono norte, cumplas tus compromisos uno a uno.
Hoy solo puedo decir que me caes bien, has tenido ya buenos detalles y quisiera que éstos sigan. Vamos, no te desanimes, tan sólo tienes un gran reto.