¿Será que ya me adapté o todavía no?

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La adaptación… ese proceso del que mucho he hablado por aquí, que me costó mucho trabajo según yo y que otros me aplauden porque dicen lo he estado haciendo muy bien. Así, entre tantos y tantos aprendizajes que he tenido por estas latitudes, uno ha sido que ante el miedo peleo y uno le teme a lo desconocido según sé. ¿Pueden entonces imaginarse cuánto he peleado en este andar? Sí, muchísimo. Afortunadamente, los consejos y las caídas no han sido en vano, pues cada día que pasa me siento más como pez en el agua, que me gusta más todo lo que me rodea y hasta mi cuerpo responde mejor.

A veces los cambios se van dando tan paulatinamente que no duelen, que nos ajustamos a ellos con paz y tranquilidad. No obstante, hay otras veces en los que ah chingaos cómo duelen y cuánto esfuerzo requieren. Por eso, después de reflexionar varios días sobre esta entrada y decidir qué sería lo que me gustaría compartirles, concluyo que: Sí, ya me adapté a vivir en París. Sí, sí me gusta y mucho, pero ha sido difícil -y quien no me crea, que consulte a los que me han acompañado en el andar. Sí, el clima es extremo, pero por ahí leí hace poco que no hay mal clima, sino mala ropa… y concuerdo. Sí, ya quiero esos tenis con tacón compensado, ya uso esas botas estilo jinete y hasta bajé la guardia ante los barnices de uñas en colores mucho más atrevidos que el manicure estilo francés que solía hacerme. Sí, la gastronomía mexicana es deliciosa y en más de una ocasión he tenido oportunidad de comerme alguna de sus delicias -incluyendo mi anual Chile en Nogada– pero también he podido ampliar mis horizontes gustativos y probar no sólo cocina tradicional francesa, sino también tailandesa, griega y hasta tibetana. Sí, la gente por estas tierras a veces no es ni tan servicial ni tan amable como en ese Vips en el que pasa 50 veces el gerente a preguntarme si me están atendiendo bien o si se me ofrece algo más, y justamente ahí es donde me doy cuenta que, según yo, la adaptabilidad del ser humano es donde radica, pues hay que aprender a observar y actuar acorde a lo que vivimos.

Así que sí, ya me adapté, me sigo adaptando a diario y hay cosas a las que ya les agarré cariño y gusto. Mis costumbres han tenido que hacer algunas modificaciones leves, otras han sido más grandes o importantes, pero mi esencia sigue siendo la misma. Y eso sí, la sonrisa la encuentro más fácil ahora que ya me siento más YO y que ya he encontrado mi lugar en la sociedad.

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