De uno de mis restaurantes preferidos de París: el Welwitsch
París es una ciudad que desde hace décadas atrae a gourmets de todo el mundo en busca de sabores y muchos terminamos en el Welwitsch.
Me mudé a París en 2011 y me quedé ahí hasta 2015. En esos años, hice algunos muy buenos amigos y aprendí muchísimo principalmente de la cultura francesa, el francés coloquial y de su comida; de hecho fue de lo que más aprendí. Aquí, comparto un poco de los recuerdos del tiempo que estuve allá y cada vez que puedo ir de visita al lugar de me gusta llamar mi segundo hogar, regreso a esta sección.
París es una ciudad que desde hace décadas atrae a gourmets de todo el mundo en busca de sabores y muchos terminamos en el Welwitsch.
Muchas veces el cine ha llevado la gastronomía y la cocina a la pantalla grande, algunas películas con más éxito y creatividad que otras.
Hablar de Mauviel 1830 es sinónimo de gran calidad. Por mi parte, yo jamás me imaginé visitar su sede y hablar con su CEO.
Reencontrarme con cada uno de los que han hecho un espacio en su agenda para un café, una cena o un trago es de las alegrías más grandes de volver aquí.
Al igual que París no olvida a sus víctimas del ataque de hace un año, yo tampoco, pero más aún al haber estado presente en el aniversario.
Regresar a París es para mí como volver a casa. Lo difícil es asumir que en algunas semanas tendré que tomar el avión a México otra vez.
Ser una chica en un restaurante de manteles largos no siempre es evidente. Aún son minoría en la cocina, aunque todas fuertes; como Amélie.
Parte de la experiencia de trabajar en un restaurante galardonado fue aprender sobre productos que utilizan como base para sus recetas. Aquí un pequeño recuento.
Comenzar un trabajo nuevo siempre es emocionante, pero entrar a éste, para mí, era inimaginable en muchos sentidos e inolvidable a la vez.
La entrevista fue corta pero concisa. “Empieza mañana” le dijo al Segundo de Cocina. A mí, me dijo “Nos vemos a las 8:00 en punto, señora”. Yo temblaba de emoción.