En el pasado ya he escrito por estos lares de los chilaquiles, de cuánto me gustan y de los domingos que mi papá los preparaba para apapacharnos. Hoy, aunque para algunos esta receta suene de lo más simple o trillada, la comparto porque me la pidió una amiga en tierras lejanas. Supongo quiere compartir a los suyos algo de comida mexicana. Para mi, los chilaquiles son un platillo que puede prepararse para prácticamente cualquier hora del día. No obstante, el 90% de las veces los como como desayuno o brunch de fin de semana, pero en lo personal, podría comerlos a diario.
Ahora bien, a mi no me gustan muy picosos, así que la cantidad de picante a utilizar es lo que algunos compatriotas considerarían como poco o inexistente. Si a usted que pretende prepararlo le gusta que le arda el estómago, no lo juzgo señor lector, pero le recomiendo utilice más picante del que yo recomiendo.
Cabe también mencionar que esta versión la he preparado esperando la puedan realizar en prácticamente cualquier lugar del mundo de manera amigable. No se pierdan los tips al final de la receta para cortar tiempos y esfuerzo.
Por último, a mi me gustan mucho verdes, pero si no consigues tomate verde o tomatillo, siempre está la opción de hacer una salsa roja. Me atrevo a decir que en esta época del año aún más, pues el tomate o jitomate que llamamos en México, está en el pico de su temporada.
Utensilios
Ingredientes
Para la salsa verde:
- 600 g tomate verde o tomatillo
- 2 chiles serranos, (si no hay serranos, utiliza jalapeño o hasta thai, pero cuidado porque su intensidad es diferente)
- 1 cebolla, cortada en cuatro
- 2 dientes ajo
- 1/2 manojo cilantro
- Sal
- 50 g aceite de oliva
Para los chilaquiles:
- 12 tortillas cortadas en cuadros o triángulos, (es mejor dejarlos secándose sobre el mesón la noche anterior una vez que ya los hayas cortado)
- 1 pechuga de pollo , cocida y deshebrada
- 1/2 cebolla, finamente picada
- 120 g crema espesa
- 200 g queso mozzarella rallado, para gratinar
- Aceite para freír
- Sal para sazonar
Para decorar:
- 1/2 cebolla, en aros
- 1/2 manojo cilantro, finamente picado
- 100 g queso cotija, fresco o feta
Preparación
Prepara la salsa:
- En una charola para horno acomoda los tomates verdes o tomatillos, la cebolla, los chiles y los dientes de ajo y distribuye por encima el aceite de oliva y un poco de sal.
- Rostiza en el horno precalentado a 200 °C cuidando que nada se queme. Ve sacando del horno según vayan quedando rostizados los ingredientes. Yo saco primero el ajo, unos minutos después el chile y por último la cebolla y el tomate. Tardarás unos 40 minutos aproximadamente en tener todo fuera.
- Vierte en el vaso licuador los tomates, la cebolla, los chiles, los dientes de ajo y el cilantro y muele para que se haga una salsa tersa. Verifica la sazón con un poco de sal si es necesario.
Prepara los chilaquiles:
- Fríe los triángulos o cuadros de tortilla en la olla para freír. Yo te recomiendo que de preferencia lo hagas poco a poco para que queden bien crujientes y los dejes escurrir sobre papel toalla. Repite este paso hasta que todas las tortillas queden fritas.
- Sofríe la cebolla y añade una pizca de sal. Cuando la cebolla esté traslúcida, añade la salsa verde y guisa un momento.
- Añade el pollo y las tortillas fritas. Mezcla para incorporar completamente y que la salsa recubra todo.
- Añade la crema y el queso y deja gratinar unos minutos a fuego lento.
Sirve los chilaquiles:
- Sirve y decora con unos aros de cebolla adicionales frescos, un poco de queso cotija, freso o incluso feta y un poco de cilantro finamente picado.
Notas
- Los chilaquiles yo normalmente los acompaño a la hora del desayuno con un huevo frito y un poco de frijoles refritos. A la hora de la comida, con carne asada y ensalada de nopales.
- Cuando tengo flojera de hacer las tortillas fritas sustituyo con totopos (chips de tortilla) de esos que ya venden en bolsa en el supermercado.
- Y si prefieres solamente abrir una lata o frasco de salsa, también es válido, sólo te recomiendo le ajustes la sazón con un poco de cilantro picado y si se espesa demasiado, un poco de caldo de pollo, verduras, o hasta agua para que vuelva a quedar la textura de la salsa.