De pollos, patos y gallinas

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Apenas en la tercera clase tuve que enfrentarme al pollo… Sonaba fácil, parecía no muy difícil, pero una vez que tuve el ave frente a mí ya no sabía por dónde empezar.

Preparar un ave para cocinarla comienza prácticamente igual, no obstante de cuál de ellas se trate. Hay que estirarla, quemarle los restos de pluma que le queden, sacarle los tendones, quitarle las patas cuando aplique, cortarle la cabeza, sacarle las tripas, amarrarlo o cortarlo en piezas, y entoooonces, cocinarlo como se pretenda.

Verlo la primera vez resultó fascinante, sobre todo si tomo en cuenta que yo era meramente espectadora y que serían otros los responsables de salir de clases y reproducir lo preparado por el Chef instructor. La segunda vez fue bastante más preocupante, pues habría que repetir todos y cada uno de los pasos que habían sido mostrados durante la clase. Poco a poco me fui sintiendo más cómoda con el procedimiento e incluso incrementó mi velocidad para realizar la tarea. Hubo que aprender a cortar en piezas, a sacar las piezas y hasta deshuesarlo para hacerlo “ballotine”. Si hablamos del pato, entonces hay que pensar en dejar las piernas bien cocidas y las pechugas rosadas. En la gallina de Guinea hay que tener cuidado de que no se cueza de más porque la carne queda como caucho. En fin, el proceso de aprendizaje parece infinito y bien dicen por ahí que la práctica hace al maestro. Ya perdí la cuenta de las aves descabezadas con todo y el oscurantismo que ello conlleva. Me divierto infinitamente cuando voy al mercado y le digo a mi marchante que no es necesario que haga nada más que envolverme la pequeña bestia picuda en un papel y él me desea “buena cocina”. Recordar en retrospección mi primer rostizado casero el cual me animé a preparar para la cena porque mi amiga que no cocina ni un sándwich me dijo que era tan fácil que incluso ella podía hacerlo sin problema alguno y aunque lo hice un tanto a ciegas salió muy apetitoso parece fue hace mucho, sin embargo, creo que tiene tan sólo un par de años.

He preparado ya un montón de platos tradicionales a base de aves en los últimos meses, y aunque seguro quedan aún varios por experimentar en el próximo trimestre me queda aún por saber si se tratará de pichones, codornices o alguna otra desconocida que aún no ha encontrado su camino hacia la mesa de mi comedor.

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