La Real Academia Española define restauración en su quinta acepción como la actividad de quien tiene o explota un restaurante, y es justamente de eso de lo que hoy quiero hablar. La gastronomía francesa es probablemente la más famosa del mundo. Fue la primera que la UNESCO reconoció como patrimonio de la humanidad y evidentemente, en esta ciudad no hay que hacer mucho esfuerzo para encontrar buenos restaurantes, a pesar de que he escuchado a algunos decir que aquí se come mal. Claro, si uno pretende vivir de sandwiches hechos con media baguette y coca-colas o crepas callejeras de Nutella que venden por ahí a 1 euro, pues claro que se comerá mal. Y aún así, si se sabe cuáles son los bon coins no hay por qué gastar una millonada.
Ahora bien, no en todos los restaurantes come uno excepcionalmente. A veces, lo que venden está más alrededor de la experiencia que se vive, bueno esa es mi opinión. Unos venden vista, otros ubicación y otros buena comida; eso sí, buen servicio… eso es más difícil, pero no imposible. Así, en el año y medio que llevo recorriendo la que puedo atreverme a llamar es la capital gastronómica mundial, he encontrado de todo un poco, bueno, malo, turístico, excepcional y hasta de sueño.
Claro está, que no los conozco todos y de hecho, estoy lejos de lograrlo, pero entre los que más he disfrutado están:
Dans Le Noir: Este sitio es TODA una experiencia. Como su nombre lo dice, uno come en penumbras, el mesero es ciego, y más allá de lo que uno come, ir a este sitio se trata de tener un momento de ceguera; de entender cómo viven los ciegos en un entorno vidente.
Ciel de Paris: Sí, es el restaurante más alto de la ciudad, qué digo de la ciudad, del continente. Está en el piso 56 de la Torre de Montparnasse. La comida es muy buena, pero la vista es aún mejor. Ahora sé bien a dónde quiero ir a cenar el próximo 14 de julio para ver los fuegos artificiales de la Fiesta Nacional de Francia.
Le Murat: Aquí llegamos por casualidad y son de esas sorpresas que a uno le gustaría tener a menudo. Aquí, hay buena comida y buen servicio, ah, y casi lo olvido… está cerca de casa. Aquí comí el mejor Chateaubriand con salsa bernaise que he probado en mi vida.
Georges: Una vista excepcional, unos platos que son un deleite y cuentan por ahí que los empleados de este lugar son los más guapos de la ciudad. No daré opiniones en este respecto, pero espero haber despertado la suficiente curiosidad para pasar por este imperdible situado en la terraza del Centro Georges Pompidou y que al menos la terraza está clasificada entre las mejores de la capital gala.
Le Mesturet: Otro al que llegamos por casualidad pero de los que encabeza la lista por ser lo más cercano a bueno, bonito y barato que vamos a encontrar en esta metrópoli, pues sus platos son de muy buena calidad, de cocina tradicional, con buenas porciones y a precios justos. Entre mis imperdibles de la ciudad para comer o cenar en pareja, entre amigos o en familia.
Pero algo que debo destacar me parece ser una de las enormes ventajas de esta urbe y su ubicación cuasiumbilical con respecto al resto del mundo -desde la visión de prácticamente cualquier parisino- es que la oferta gastronómica no es exclusivamente local, sino que también tiene uno oportunidad de encontrar dónde deleitarse no obstante el antojo del día. Así pues, si lo que me hace salivar es un buen sushi, podemos ir desde el servicio a domicilio bastante decente del Sushi Shop solicitado por teléfono o en línea, hasta el Tsé* en la antigua Gare d’Auteuil. En términos de comida marroquí, no debe olvidarse uno de Le 404, del hindú Le Palais de Raja-Maharaja, de nuestra favoritísima Pizzeria d’Auteil con un maravilloso servicio y por supuesto del mexicano Hacienda del Sol* en Boulevard Montparnasse, aunque honestamente, prefiero preparar en casa los tacos y salsas a mi gusto, pero ojo, eso no quita que el restaurante tenga buena cocina y que muchos locales lo reconozcan bien.
Nota: *Estos restaurantes han cerrado definitivamente.
Para terminar, sé que aún tengo pendientes L’Arpège (Alain Passard), Le Pré Catelan (Frédéric Anton), L’Atelier de Joël Robuchon (Joël Robuchon), Le Bar à Huîtres (Thierry Brusson), Maison Blanche (Hervé Nepple) por mencionar algunos solamente y seguro está que la ciudad seguirá incrementando mi listado, sólo no dejen ustedes, lectores queridos, que les digan que en esta ciudad se come mal, solo hay a quienes no les gusta servir mesas y mucho menos cuando sus comensales no son francófonos.
Espero también que esta situación siga mejorando, pues de mi primera visita al Hexágono al día de hoy se ha progresado infinitamente, entretanto, bon appétit !