Una vuelta por Francia y en bicicleta

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Otro evento importante del verano es el famoso torneo del Tour de France. Con el paso del tiempo que he estado en estas tierras entiendo -creo yo- un poco más mi entorno y la práctica de sus habitantes. De pequeña recuerdo que programas de televisión de carácter deportivo hablaban por igual de La Vuelta a España, el Giro d’Italia y del Tour de France. Para mí, en aquellos tiempos no significaba mucho, pues nunca he sido una fanática del ciclismo ni nada por el estilo. Sin embargo, ya con un poco más de consciencia y edad llegó el famoso y ahora polémico Lance Armstrong, porté su amarilla pulserita y por ahí en mi guardarropa deportivo aún tengo una camiseta amarilla de su mismo movimiento. En esos años de “reinado” del señor Armstrong vine a estudiar un tiempo a la pequeña ciudad de Vichy, y por supuesto, resultó muy difícil ver a los ciclistas en esa última y mítica etapa que termina en lo que los habitantes de la antigua Lutecia ahora llaman “La avenida más bella del mundo” : Los Campos Elíseos. Pero todo cambió una vez que nos instalamos aquí.

Resulta difícil seguir todas y cada una de las etapas de la competencia, sin embargo, la cobertura de los medios informativos  es muy buena y el encabezado de la sección deportiva de la temporada incluye en esos días el resumen de la etapa, y evidentemente, el listado de ganadores de los anhelados suéteres.

Ahora bien, para terminar tremendo recorrido, la última etapa es en fin de semana para atraer a locales y visitantes de por doquier. Calles y estaciones de metro cerradas, el sol que brilla en su máximo esplendor y que la cobertura televisiva no solamente de la final, sino del recorrido completo forma parte de lo que podría yo considerar la maravillosa campaña interna que hay para conocer este bello país lleno de patrimonio del cual se han de sentir orgullosos los galos.

Llegada del pelotón a los Campos Elíseos en julio de 2012

 En fin, la primera final la vivimos ahí, en la avenida que mira atentamente llegar a los ciclistas y los invita a pasar una y otra vez hasta completar ocho vueltas. La espera fue larga para lograr un buen lugar. Sin saber verdaderamente cuánta gente se junta, logramos una muy decente segunda fila. Miramos el desfile de carros alegóricos de las marcas patrocinadoras y claro, esperamos ansiosamente la llegada del pelotón, los vimos pasar seis veces y luego decidimos mejor meternos a un restaurante a ver cómodamente la final en una televisión acompañados de un aperitivo. Pero con el paso del tiempo, también hemos experimentado otras formas de vivir el Tour. En el segundo año tuvimos la suerte de ser testigos del 100° aniversario y por ende, una llegada nocturna a la avenida que aloja al Arco del Triunfo, así que fue mejor verla en la comodidad del hogar. No cabe duda que a veces la televisión en la comodidad del sofá en mi salón es desde donde tengo la mejor vista y las mejores botanas.

Transmisión de France 2 de la última etapa del Tour de France 2014

 Por último, llegamos a la justa de 2014 y nos preguntábamos si verdaderamente queríamos esperar 4 horas de pié frente a las vallas metálicas puestas por la Policía Nacional en la avenida de seis carriles. Optamos que preferíamos mirar por televisión el momento de la salida y seguir el recorrido, vimos cómo brindaron con su copa de champaña y hasta reímos. No cabe duda que la percepción local del consumo del burbujeante vino es distinto al que podría tenerse en otros países. Ya hablaremos de ello en los próximos días. Volviendo al Tour y su llegada a París, cuando los ciclistas estaban a punto de entrar a la ciudad, nosotros también salimos de casa con cámara en mano y emprendimos camino. Afortunadamente no había que caminar mucho, unos 600 metros más o menos. Nos acomodamos en la pequeña calle perpendicular al puente de Mirabeau a un costado de la Vía Georges Pompidou, por donde pasarían los ciclistas. Es cierto, que el momento que podríamos disfrutar de ellos sería de unos cuántos segundos, pero también éramos muchísimos menos y estábamos a una distancia suficiente para llegar nuevamente al cómodo sillón y ver la premiación.

A lo mejor y un buen proyecto podría ser imitar las rodadas que hacen las familias de estas latitudes y conocer algún sitio histórico pedaleando. No obstante, no estoy segura de estar lista para ello, al menos no por ahora.

Cuando pasaron los ciclistas por la Vía Georges Pompidou

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