En un bol grande mezcla huevos y azúcar con ayuda del batidor de globo. Si prefieres hacerlo en la batidora eléctrica, adelante, pues deberás batir hasta que la mezcla quede espumosa.

Lava el limón muy bien y con el rallador, recupera el zest del mismo teniendo cuidado que solamente sea la piel de color amarillo.

Añade el zest del limón, el yogurt, la mantequilla derretida, el polvo para hornear, el harina y la sal e incorpora todos los ingredientes con la ayuda de una espátula asegurándote quede una mezcla homogénea. Este paso es más recomendable hacerlo a mano.

Vierte la mezcla en un molde previamente engrasado y enharinado.

Hornea por 35 minutos o hasta que, al verificar la cocción del pastel insertando un mondadientes al centro del pastel, éste salga completamente limpio y el pastel esté esponjosito y de color dorado.

Saca el pastel del horno y déjalo reposar unos 10 minutos sobre una rejilla para que tome temperatura y lo puedas desmoldar con facilidad.

Una vez desmoldado y separadamente en un bol pequeñito, exprime el jugo del limón y con la cuchara sopera ve añadiendo y mezclando el azúcar glas o impalpable poco a poco hasta que obtengas una mezcla tersa y cremosita. Si por alguna razón te queda la mezcla muy sólida, puedes echar unas gotitas de agua para soltarla.

Con la ayuda de la cuchara distribuye la cantidad que desees del glaseado al pastel tomando en cuenta que añadirá dulzor, así que depende completamente del gusto de cada quien. Otra opción es solamente espolvorear un poco de azúcar glas, pero sin el acidito que aporta el jugo de limón. Lo dejo a tu discreción.