A veces parece que fue ayer. Otras tantas parece que ha pasado mucho tiempo por todo lo que se ha vivido, sin embargo, cronológicamente solo han sido 5 años y la vida ha cambiado por completo. No ha sido fácil; me parece que he reaprendido hasta cómo hacer sopa, y en toda la extensión de la palabra no estoy exagerando.
El camino empezó bastante brumoso y sin rumbo conocido alguno. Cada uno andaba por su vereda y solamente nos encontrábamos en las bocacalles. Poco a poco fuimos uniendo nuestros andares y compartiendo vivencias, pero nada más. Luego vino esta invitación que nos daba la oportunidad de crecer e inventarnos algo propio, de echar un poco de raíz y soñar. Muchas veces me he querido dar por vencida, pues soy muy visceral, pero qué suerte tengo que en este tiempo he aprendido el significado de balance. Claro, aún hay veces en las que exploto como palomita de maíz, pero gracias a su calma, su paz, su capacidad de estar “zen”, algo se me contagia y recupero mis cabales.
Así, llegamos a un lugar que hubo que convertir en hogar, trajimos gente querida con la que teníamos que lograr encontrar no solo la comodidad, sino llegar al punto de sentirnos verdaderamente en familia y hemos emprendido incluso nuevas aventuras de recreo así como intelectuales que podrían ayudarnos a emprender un futuro profesional diferente.
No cabe duda que aún cuando estoy lejos de llegar a ser ese ser de luz en el que aspiro algún día convertirme y que seguramente andares difíciles podría yo encontrar a la vuelta de la esquina, hoy agradezco mi presente, pero sobre todo, volvería a recorrer el camino, no obstante lo empedrado que lo encontré para llegar a mi “hoy” porque sé que al final del camino me encontraría con Ustedes y esta maravillosa Vida.