Cuando ya le dan a uno ganas de celebrar

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Siempre digo que de niño uno lo único que verdaderamente puede ver es lo que pasa en su casa, por lo que esas rutinas y hábitos se vuelven verdad absoluta. No será sino hasta que cada uno vaya madurando y conociendo un poco más del mundo, que se aprenderá qué hay más allá que nuestras narices y que no tenemos la única verdad. Entonces, en mi verdad absoluta infantil había muchas cosas que seguro eran diferentes en la de cada uno de ustedes, pero la única que aún me cuesta trabajo concebir como verdad absoluta mía y sólo mía es que haya para personas en el mundo en que las fechas de aniversarios, cumpleaños, etc. les parezcan días comunes y corrientes. Y eso que tengo un padre que opina justamente esto.

Con toda honestidad digo que yo pensaba que mi papá era el raro, pero ahora con un poco de más edad y un poco más de cacumen sé que no es el único, que hay muchos para los que las fechas especiales pasan de manera inadvertida. No obstante, me gustaría poder cambiar el status quo y que se tuvieran lo que me gusta llamar: un alma más alegre.

Y bueno, pues ese Ser Supremo en el que creo me puso el reto aquí, en mis narices y hace casi tres años me acercó a alguien a quien debía yo enseñarle y compartirle un poco de esa obsesión por hacer un festejo, tan pequeño o tan grande como se quiera, de algún evento considerado como especial. El maestro llega cuando el alumno está listo para recibir la lección ¿o no? ¿Será que mi alumno es muy testarudo? O ¿Acaso soy yo una pésima maestra? A saber.

El caso es que llegaron cumpleaños, navidades, años nuevos, despedidas, bienvenidas, aniversarios y lo único que yo recibía eran muecas y respuestas de tipo “está bien” o “como tú quieras”… Respuestas que definitivamente no eran para mí las adecuadas para una celebración en la que hay que sonreír y estar alegre. Sin embargo, hace cosa de un mes, por fin le dieron ganas de celebrar su cumpleaños. ¿Será que su corazón ya está más alegre? ¿Será que lo hizo por darme gusto? No importa. Tener ganas de celebrar seguramente tiene que ver con lo vivido, con las buenas y malas experiencias, con los sentimientos de culpa y con lo que uno quiera echarse al hombro y asumirlo como propio.

Tras el festejo, con lo que yo me quedo es con ese sentimiento que me apapacha el alma cuando le celebro a alguien su fecha especial, su logro o su magno evento.

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