Así es. Hoy no quiero hacer nada más que quejarme de TODO lo que en los últimos dos meses he visto, leído y escuchado que simple y llanamente NO ME PARECE. Así pues, me disculpo a priori, pero necesito de la catarsis que seguro irá de lo que a algunos les puede parecer de lo más banal a lo que otros pueden calificar como realmente serio. Para mí, cada queja tendrá su particular dejo de importancia.
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¿Por qué señor turista si al entrar a un recinto le dicen a usted que no utilice el flash de su cámara fotográfica, la indicación le vale madres y hace sonar el ‘clic clic’ de su teléfono, cámara o tableta acompañado de esa luz que lastima los monumentos y patrimonios no solamente nacionales sino de la humanidad? ¿Acaso le es imposible entender la palabra NO? ¿O piensa que está usted exento de tal regla?
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¿Por qué señor turista, sí, de nuevo usted, pero particularmente el proveniente del Lejano Oriente… como la antigua China, quiere usted tocar lo expuesto en los museos? ¿Qué nadie le enseñó en su infancia que en un museo NO SE TOCA NADA? Déjeme le digo que no importa si es un lienzo, una escultura o una planta. Si a usted le gusta ir a los museos a tocar las piezas, le sugiero entonces visite el museo infantil de la ciudad que visita; ahí seguramente se lo permitirán.
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Señor conductor que se supone pasó usted un examen para obtener su licencia o permiso de conducir, ¿por qué carajos me rebasa usted por la derecha o me echa las luces si voy al límite de velocidad que indican los discos en la carretera? ¿Acaso pretende que yo me arriesgue a obtener una multa o peor aún a causar un accidente porque el camino que recorremos es nuevo para mí? Sepa usted que sí sé manejar tanto en ciudad como en carretera y que si bien a los 16 años me las ingenié para destrozar un auto, tengo más de 10 años sin hacerle un rayón siquiera a bólido alguno.
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¿Cuándo señor operador de telecomunicaciones, sí usted, el millonario que figura en la lista de Forbes, brindará usted un servicio digno para la edad digital? Entérese que en su red no puede uno sostener conversaciones superiores a los dos minutos porque se cortan, ya de navegar a alta velocidad a través de un dispositivo móvil ni hablamos porque puedo pasar un día entero tratando de hacer una descarga y en muchas ocasiones abortar la misión en el camino y de los precios al consumidor mejor ni hablamos, pues la relación calidad-precio es simplemente patética y no, no la traigo en contra de usted, pero hace falta que uno conozca el servicio de otros operadores fuera de la tierra que soy oriunda para darse cuenta que las llamadas son posibles aún viajando en metro y que utilizar la navegación satelital en la carretera es posible sin interrupción alguna.
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Jóvenes y adolescentes que no pueden beberse más de una cerveza porque sencillamente parecen borrachos empedernidos ¿por qué gritan en las calles y el transporte púbico? ¿Qué no saben que molestan a los demás? Su conversación me importa un soberano cacahuate, así como cuán bien la estén pasando. ¡Cállense, carajo!
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Señores compatriotas ¿podríamos llegar a tiempo a las citas? Es una vergüenza que cuando uno llega a tiempo tenga que esperar, o peor aún, que le digan a uno que qué sorpresa que una mexicana llegue a tiempo. No me gusta tener que justificar la fama que tienen mis connacionales en lo que respecta a la falta de puntualidad.
Bueno, la verdad es que puedo seguirle por varios minutos más, pero me voy a comenzar a meter en camisa de once varas, así que mejor aquí la dejamos… Gracias por aguantar mis quejas del día; prometo el siguiente post será más constructivo y menos chillón.
¡Hasta pronto!