¡Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo!

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Mi familia reunida, villancicos desde los peces en el río hasta Rock around the Christmas Tree, el tradicional menú de soufflé de queso, pavo relleno, bacalao, romeritos, ensalada navideña y fruitcake, el olor a pino natural en la sala de la casa y el calor de la chimenea, así como la gran infraestructura que requería el nacimiento para representar a Belén y poner un lindo pesebre para el niño Dios son algunos de los grandes recuerdos de la infancia y juventud. Como todo en la vida, la celebración fue cambiando con el tiempo y las circunstancias, pero cada año tiene su propio sello desde el primer momento que mi mente puede recordar. Estas fiestas decembrinas nuevamente serían distintas en su totalidad, tal y como cada año en los últimos cinco -por lo menos- lo han sido, aunque no por ello malas. Todo lo contrario, si me doy la oportunidad de enumerar eventos en por lo menos unas 25 celebraciones anuales, estoy cierta que en cada una encuentro una particularidad que las hayan hecho únicas e inigualables.

Escaparate de las Galeries Lafayette

Así, sin tener mucho planeado, en la semana previa a la Nochebuena me di a la tarea de buscar el regalo que haría que este año engalanara la celebración. Caminé sin rumbo no sólo por la ciudad, sino también por mi mente e imaginación, hasta que por fin, tras pensar y ver escaparates decorados al particular estilo parisino encontré lo que buscaba.

Feliz de haber logrado mi cometido, me dispuse a volver a casa y empezar a planear la cena. En esta ocasión no había decoraciones, pero el corazón comenzaba a tener lo necesario para hacer de la festividad una que nuevamente fuera inolvidable. Pero los planes cambiaron. Guillermo llegó de viaje la mañana del 24 de diciembre y teníamos una invitación a cenar con uno de sus colegas de origen africano. Honestamente, a mí me daba un poco de ansiedad, pues yo solamente lo había visto una vez en mi vida al señor y pues evidentemente de su familia ni hablamos; ni idea de cómo sería todo. Muy agradecidos de que nos abrieran las puertas de su casa y su familia, nos dirigimos a casa de estos amigos que también están lejos de los suyos. Nada fue como lo imaginamos, pues para comenzar, la invitación que fue extendida nosotros la interpretamos para el día incorrecto, pues el festín era una cena de Navidad no de Nochebuena. Pobre denuestra anfitriona, pues ella no estaba preparada para recibir visitas, y mucho menos tenía cena lista; ella preparaba la comida del día siguiente. No me puedo imaginar qué le dijo la señora a su esposo cuando descubrió tremenda “sorpresita”. Pero como de todos modos había que cenar, nos dispusimos a buscar un restaurante y salir los cuatro. Cenamos delicioso en el restaurante de un hotel -esos nunca fallan y siempre tienen servicio-. La velada fue maravillosa, y aunque no tenía nada que ver con lo que ninguno de los presentes teníamos en mente, la dosis evidentemente se repitió la tarde de Navidad, cuando regresamos y entonces sí hubo fiesta e invitados compartiendo un maravilloso festín.

Y el 31 de diciembre ¿qué? Pues nada, otra vez no teníamos idea alguna de qué hacer. Pensamos primero que podríamos ir a algún restaurante, pero luego vimos los precios en los que rondaban los menús y nos parecieron exhorbitantes, así que nos dispusimos a ir al supermercado -que estaba igual de lleno que en cualquier otro sitio del mundo muy probablemente- y comenzamos a organizar nuestro festejo sin ningún plan previo, solamente con ganas de pasarla acompañados el uno del otro y darnos la oportunidad de agradecer por todas la bendiciones recibidas en el 2011.

Todo fue perfecto: Cenamos como nos gusta. En casa, con una copa de champagne para brindar y poder pedir esos deseos que buscaremos materializar en cada uno de los próximos 12 meses.

Por cierto, el calendario de la foto precedente es un muy popular y esperado ejemplar que el H. Cuerpo de Bomberos de París reparte personalmente puerta a puerta y por el que espera una donación. Es popular y esperado porque es sabido por propios y extraños que los bomberos de la ciudad son seleccionados no solamente por sus habilidades físicas, sino también por sus atributos. Prometo en el futuro tratar de encontrar ocasión de fotografiarme con alguno de ellos porque la verdad, sí están súper guapos.

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