Sobre la deliciosa sandía

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La sandía, que algunos también conocen como melón de agua, es una de esas frutas con las que crecí. Mi mamá compraba una mitad cada semana. Era larga, jugosita y con semillas. Cada vez que íbamos al mercado sobre ruedas del que ya les he hablado varias veces aquí, los comerciantes de confianza de mi madre, René y José Luis me daban un trocito a probar y a pesar del calor que hacía, me refrescaba. Lastimosamente, por años dejé de comerla, pues consumir yo sola tal cantidad de una sola fruta me era imposible. Me parece que una se cansa si no hay con quién compartirla. Sin embargo, cuando fuimos dos y esta delicia azucarada solamente estaba disponible unos cuántos meses del año, la historia cambió. Además, creo que es de mis consentidas, pero hablemos de ella con mayor seriedad y no desde el corazón.

La sandía es una cucurbitácea, es decir, es de la misma familia que las calabazas. Es probablemente la fruta más grande que consumimos en la actualidad. En condiciones normales de producción puede llegar a tener un peso de hasta 10 kilos. Se cree que es originaria del desierto de Kalahari en África y que su cultivo comenzó hace más de 4 mil años. Actualmente se conocen unas 850 variedades, sin embargo, de manera general se dividen en las que tienen semilla y las que no, y su cultivo se realiza en zonas con climas cálidos y tropicales. De hecho, los países con mayor producción de sandía en el mundo son Turquía, Grecia, Italia, España, China y Japón. México, aunque tiene el 11° lugar en el ranking mundial, es el proveedor principal de este fruto a los Estados Unidos.

Ahora bien, su temporalidad, a pesar de que yo la recuerdo disponible gran parte del año, no fue sino hasta que llegué a tierras europeas que aprendí que es a lo largo del verano cuando uno ha de consumirla, siendo los meses de julio y agosto su apogeo, aunque aún está disponible a principios del otoño. Incluso, en México hablamos de dos ciclos agrícolas, lo que nos permite tener el fruto por un periodo más largo gracias al cálido clima de varios estados de la república.

¿Y qué podemos decir de sus beneficios y valores nutrimentales? Bueno, pues esta fruta de forma redonda u oblonga, con cáscara dura y una pulpa muy jugosa cuya constitución es mayormente agua, pues es de más del 90%, es rica en vitaminas A, B, C y potasio, sin embargo, el pigmento antioxidante que pinta la carne de este fruto del rojo vivo que tiene es el licopeno, aunque en las variedades de colores más claros también hay presencia de dicha sustancia, aunque en menor cantidad.

A mí, particularmente, algo que me ha hecho aún más fanática de la sandía es que cuando uno la come tiene sentimiento de saciedad y que a pesar de que su contenido de azúcar es alto, la carga glicémica no lo es. Esto es gracias al alto contenido de agua, lo cual hace sea una fruta que prácticamente todos podamos consumir y que sea recomendable incluso para gente con dietas específicas.

Por último, quiero compartir lo que se dice por ahí acerca de cómo escoger una sandía. Honestamente no puedo confirmar que sean estas creencias comprobables como las Leyes de Newton, sin embargo, tampoco puedo negar que algunas las ponemos en práctica cuando vamos a la compra en casa:

  • Debe sentirse pesada en relación con su tamaño
  • Debe uno darle pequeños golpecitos con las manos y sonar hueco
  • Es mejor si tiene manchas amarillas en el costado que haya estado en contacto con el suelo al madurar

Así pues, que en agua fresca como la preparaba mi mamá, cortada con jugo de limón y un poco de sal, en ensalada con queso feta o en sorbete, este verano no te pierdas de al menos una oportunidad de comer sandía.

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