En mi infancia, con frecuencia se organizaba una reunión alrededor del asador los fines de semana. Ya fuera en casa con la familia o fuera con amigos, al menos una vez al mes había tertulia. En el evento siempre corría yo para acaparar carne asada, quesadillas y cebollitas de cambray. Pero el que menos curiosidad me daba en aquellos años y que por lo general aparecía también, era el nopal. En realidad la baba que suelta me daba repulsión. Ahora aprendo que no estaba yo sola en el sentir. Hay muchos quienes lo evitan por la misma razón. Sin embargo, no recuerdo cuándo le di oportunidad al nopal de entrar en mi bagaje culinario.
Para el 2011, los nopales y yo ya éramos amigos. Con alegría y orgullo se los compartía a todo aquél que viniera a comer antojitos mexicanos a casa. Sólo recuerdo a una persona que tras probarlos me di cuenta que no le habían gustado. No puedo negar que se los comió, pero se notaba a leguas no había sido su platillo predilecto. La verdad es que mi repertorio de recetas era bastante pobre si lo comparo con la actualidad, así que la forma en la que podía yo ofrecerlos en aquellos tiempos era limitada. Generalmente eran en ensalada. También consideremos que conseguirlos frescos en Europa no era nada sencillo, así que lo normal era que provinieran de un frasco en escabeche o algo por el estilo.
Y si bien, aunque a mi regreso a tierras aztecas aprendí más formas para incorporar la planta a nuestra dieta, no fue sino hasta que aprendimos sobre los múltiples beneficios que ofrecía que en realidad los abrazamos para comerlos casi a diario aún cuando estamos lejos.
¿Qué es el nopal y de dónde viene?
En efecto, todo indica que el nopal es mexicano. De hecho, el nombre que usamos tiene su origen en el náhuatl nopalli, aunque en las diferentes lenguas indígenas podemos encontrar un vocablo propio. De la familia de las cactáceas, la opuntia ficus-indica aparentemente llegó a Europa de manos de los conquistadores españoles para aprovechar los suelos poco productivos del sur de la península Ibérica, llevándolo también a Italia y el norte de África. No obstante, no los veo consumiéndolo demasiado por esas tierras.
El consumo del nopal está tremendamente generalizado por todo México aunque con facilidad podemos encontrarlo a lo largo y ancho del continente. De hecho, tiene sus nombres específicos en muchos de los países. Y de ahí, que tiene varios nombres, dependiendo de la ubicación geográfica en la que uno se encuentre. En Argentina, Paraguay y Ecuador, por ejemplo, se le llama tuna. Mientras tanto, en Uruguay y Colombia le llaman higo tuna. En México tuna, le llamamos exclusivamente al fruto. Ya hablaremos de él en otra oportunidad.
Los datos a retener sobre el nopal
De sabor fresco y ligeramente acidulado, el nopal está disponible entre junio y octubre. A lo largo del invierno presenta escasez a causa del frío y las bajas temperaturas. Así pues, entre las formas más comunes para prepararlo está asado, al carbón y cocido. No obstante, también puede consumirse crudo.
Entre las razones más populares para incorporar esta cactácea al régimen alimentario son sus beneficios en temas de salud. Cargado de antioxidantes como vitamina A, B y C, el nopal es una excelente fuente de fibra e hidratación
Reflexiono de nuevo. Me parece encontrar mi momento de paz con el nopal. Descubrí su capacidad para bajar de peso por su alto contenido de fibra y baja carga calórica, mejorar el control de los niveles de azúcar en el torrente sanguíneo, así como de colesterol y triglicéridos. ¿Suena tentador, no?
De la selección, compra y preparación
Todo es mucho más fácil de lo que uno cree. Lo prometo. Para seleccionarlos simplemente hay que buscar aquellos que se vean carnosos y sin arrugas, con un color verde vivo. Con eso es suficiente para garantizar que están frescos. Si uno está en México los encuentra uno por doquier. En el mercado, el supermercado; en serio que sólo hay que buscar atentamente. Además, por regla general ya vendrán limpios, o sea, sin espinas.
En el extranjero habrá que recurrir a las tiendas especializadas de productos latinoamericanos o a proveedores específicos. Algunos los venderán limpios, pero me parece que la mayoría no, por lo que hay que quitar con mucho cuidado las espinas, pero de eso hablaremos en otra entrada porque estoy a punto de probar una herramienta que promete ser la última panacea. Espero llegue pronto para ponerlo a prueba y les cuento.
Por último está el tema de cómo comerlo. Hay quienes lo usan crudo para hacer jugos, smoothies y ensaladas. No obstante, me parece que como es más común consumirlo es cocido. Asarlos al grill puede ser lo más fácil. Tiene poca o nula probabilidad de soltar aquella baba de la que tanto les he hablado, pero también hay quienes deciden hervirlos con no sé cuánto menjunje para cortar el acuoso líquido. A mi, una amiga me enseñó a cocinarlo de la manera más sencilla posible. Lo limpio, corto en cubitos y lo pongo a la sartén sin nada más. Dejo que se cueza a fuego medio moviendo de vez en cuando. El líquido que se utilizará para la cocción será el que vaya expulsando el propio nopal y no me detengo sino hasta que la sartén queda seca prácticamente, pero cuido que no empiecen a tostarse los nopalitos. Y así, solamente los guardo en el refrigerador y poco a poco los utilizo en mis platillos.
Y tú ¿amas los nopales o apenas te vas a animar a darles oportunidad?