En mi país los niños comen un ‘lunch’ en la escuela a media mañana y llegan a tomar la comida alrededor de las tres de la tarde. En Estados Unidos el ‘lunch’ es la comida y se sirve a las doce del día aproximadamente, al igual que en Francia, por lo que los pequeños se sientan a la mesa en la escuela y comen lo que les sirven en la cafetería regularmente, sin embargo, en la tierra de Napoleón los niños salen hasta eso de las 4:00-4:30 de la tarde y obviamente, cuando uno comió al medio día, a esa hora ya hace hambre, ¿no?
Así pues, al término del día de escuela los niños revisan minuciosamente lo que tienen en su cajita del ‘goûter’ (pronunciado guté). Ahí, con frecuencia se encuentra algún pastelito, una compota de frutas y agua o un juguito en tetra-pak. Cuando hay mejor suerte, hasta dulces puede haber, pero eso no es del diario. Si el día está lindo, muchos se reúnen a comer su colación, que sobra decir es sagrada, en el parque más cercano mientras brincan y corren de un lugar a otro.
Con el trabajo y la edad, los adultos dejamos de consumir estas colaciones y hace poco leí que el goûter no solo es para chicos, sino también para grandes. No es secreto que en casa somos golositos, así que cuando hay oportunidad hasta pastelitos o madalenas hay para la colación de media tarde, a la que cariñosamente ya le llamamos como lo hacen nuestros más pequeños amiguitos de origen galo. ¿Por qué privarse de una oreja o de un pain au chocolat cuando la tripita se anda desvielando ya? Una probadita a nadie le hace daño.
¿A quién no le gusta una buena crepa con Nutella y plátano?