¿Conoces la fabulosa leyenda del puente de los candados de París?

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A lo mejor a Usted, señor lector, le parece exagerado mi texto de hoy, sin embargo, no me disculparé por mi escrito de hoy, todo lo contrario, espero simpatice con la causa y por qué no, ayude a esta ciudad a eliminar los llamados candados del amor.

He leído por aquí y por allá para poder tener un contexto más educado, pues no conocía el origen real de la tradición de los enamorados por poner un candado en muestra de su amor en los monumentos de la ciudad de París -particularmente en el Puente de las Artes– y luego aventar la llave al río Sena. Incluso he escuchado bastantes datos erróneos al respecto que yo misma he creído por no haber estado bien informada. Así pues, en mi investigación encontré que la tradición comenzó en el s. XIX en Pécs, Hungría en la que los soldados dejaban atado un candado en el armario de su habitación en recuerdo de su amor, pero por ahí de 2006 fue cuando llegó a nosotros, a Roma particularmente, gracias al escritor Federico Moccia y a través de su obra titulada Ho Voglia di Te que trajo la tradición hasta nuestros días. Un par de años después la práctica llegó a la Ciudad Luz.

Ahora, el Puente de las Artes, que incluso he escuchado a turistas hacer referencia a él bajo los motes del puente del amor y hasta el puente de los candados, a pesar de que las autoridades sustituyen las rejas maltratadas cada cierto tiempo, es cierto que sufre por el peso de dichos candados que enamorados de todo el mundo vienen a dejar.

Usted probablemente estará preguntándose cuál era la razón de mi advertencia al inicio de mi texto, pues porque aunque NO soy francesa, esta ciudad es hoy en la que he construido mi hogar, y el patrimonio que la decora forma parte ya de mis profundos sentimientos hacia París, al igual que de muchos otros locales por nacimiento o adopción -como yo, y por ello me molesta de sobremanera que extraños vengan a dejar sus ‘símbolos de amor’ en una construcción emblemática como el Puente de las Artes. Lo peor es, que comienzo a ver estos candados por toda la ciudad ya, y es aún más molesto. Creí que era yo la intolerante, pero veo que no, que somos varios. Lisa Taylor-Huff y Lisa Anselmo, dos estadounidenses que también habitan en esta ciudad desde hace ya varios años han comenzado un movimiento por Internet para recabar firmas y prohibir la práctica. Yo las apoyo y ya firmé electrónicamente su petición a las autoridades de la capital, quienes les pidieron por lo menos 10 mil firmas para recibir la solicitud: No Love Locks

Al respecto, en alguna conversación hace algunos días en la Ciudad de México una amiga me dijo que ella no veía sentido a una práctica que dejaba una gran derrama económica a la urbe y que seguramente había muchísimas razones políticas para no firmar una prohibición como tal que haría enojar a propios y extraños.

Por otro lado, localmente el movimiento toma fuerza en medios electrónicos y prensa. Me cuesta trabajo enumerar todos cada uno de los medios en los que he leído ya alguna nota en este respecto, sin embargo, más allá de solamente quejarme por los candados, a mí SI me interesa que desaparezcan los candados y no se vuelvan a dejar ver más. A lo mejor a Usted, apreciable lector, le parece exagerado, a mí, por el contrario, me parece que es parte intrínseca a la educación cívica. No importa de dónde venga ni en qué ciudad viva, sólo pregúntese por un instante qué opinaría si su entorno se viera invadido por una práctica como ésta.

Vuelvo a dejar el vínculo para que si le interesa… participe: Petition: No Love Locks

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