En los Juegos Olímpicos de Invierno: ¿qué disciplinas te gustan más?

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No es ningún secreto que me gusta seguir de cerca las justas olímpicas en cada oportunidad que hay, sin importar si éstas son de verano o de invierno. Pero también es cierto que mis orígenes no me ayudan para conocer las reglas de deportes como el curling y mucho menos de las nuevas disciplinas provenientes de los X-Games en las que siento que esos competidores se van a romper el crisma en cada turno. En cada giro mi edad se eleva al cuadrado.

Pero bueno, es que hay que revisitar mi historia con la nieve y la montaña. Era el invierno de 1994-1995 cuando mis papás decidieron llevarnos a aprender a esquiar. Para mi hermana recuerdo que fue el viaje de la vida. Parecía que era oriunda de los Pirineos o algo por el estilo. La chamaca no llevaba ni un par de horas con los esquís puestos cuando ya se deslizaba cual profesional. Mi experiencia fue completamente diferente. Me moría de frío, me resbalaba con el hielo y por si fuera poco, cuando subí a la montaña para la hazaña del descenso terminé siendo rescatada por el Ski Patrol. No se burle, señor lector, que le digo que me maree. Unos dijeron que me había dado mal de montaña, otros que gasté mis calorías y me debilité. Haya sido lo que haya sido yo me aventé mi numerito al puritito estilo de Broadway y frente a todo el mundo caí lívida, mareada y bueeeno, tremendo espectáculo que di a los turistas que se divertían ese día en la estación invernal.

Le digo que no se ría señor lector, que si por algo la tierra conquistada por Hernán Cortés es famosa es por sus playas y no por sus imágenes invernales como Suiza o Noruega. Así mismo, si hay un deporte que jamás he practicado es el snowboard -y no se apure que seguramente nunca lo haré, de eso no tengo la menor duda. Sin embargo, al encontrarme en un lugar en el que las vacaciones de febrero son prácticamente sagradas para ir a practicar cualquier cantidad de descensos desde la pista más difícil que uno pueda atreverse a tomar, y que la gente por aquí y por allá hable de las expectativas de medalla y de los partidos contra los reyes de la pista de hielo, pues sí, a una le da curiosidad y se sienta a la televisión, y más aún cuando el huso horario ayuda para seguir la mayor parte de las competencias.

Como siempre, lo que más disfruté fue el patinaje artístico. Lastimosamente, esta vez lo que más me gustó fueron los comentarios -bastante polémicos- del excampeón Candeloro y el imparable Nelson, quien sería como una mezcla entre Enrique Burak por sus conocimientos en las distintas disciplinas y un Antonio De Valdés por su buen humor y los años que lleva en la televisión local, pues los competidores me quedaron a deber en todas sus presentaciones con excepción de la competencia por equipos en la que realmente se lucieron. Por supuesto, a mi compatriota el mariachi Von Hohenlohe no le vi descender, apenas y en la clausura de los juegos recibió un comentario como “el chico de 55 años que representaba a México y el competidor de mayor edad en la competencia”. No obstante, y aunque parezca extraño, por primera vez me emocioné al escuchar La Marsellesa ser entonada al haber un podio exclusivamente galo al igual que cuando vi ganar al chico Fourcade la presea áurea. ¿Será a caso que este país se ha ganado un trocito de mi corazón poco a poco?

Ahora ya empieza el turno de los juegos paralímpicos y aunque France Télévisions me prometió cobertura, creo que no hemos coincidido las transmisiones y mis ratos frente al televisor. Ojalá tenga oportunidad en los próximos días, pues esos sí nunca antes los he visto.

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