Mi primer entrada al Louvre

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Materia: Historia Universal I

Material didáctico: Palacio del Louvre, Guía Multimedia

Recomendaciones para el alumno:  Ir bien desayunado y descansado, pues la superficie a recorrer es de hasta 60 mil m2 aproximadamente. Llevar cámara fotográfica no es obligatorio, aunque se recomienda ampliamente.

Reporte de visita:
Habrá sido por ahí de 1992 cuando en 2o de secundaria la bien recordada Sra. Hiort, mi maestra de Historia Universal I, repetía incesantemente que para aprender de la antigua Grecia, de los egipcios y ver las obras maestras de italianos y hasta españoles no deberíamos visitar esos países, sino el Museo de Louvre en París. Y así, una de las visitas más esperadas en esta aventura se trataba justamente de este sitio, pues tanto escuchar de él y haber en más de una ocasión estado tan cerca, pero sin la oportunidad de estar en él, la expectativa era enorme. Finalmente, mi pretexto para ir fue el tener el tiempo suficiente y el encontrarme por primera vez sola en la ciudad. Resultaba un plan maravilloso. Como siempre, el clima hizo de las suyas y ya encontraré una mejor oportunidad para tomar vistas más soleadas, pues las de esta visita fueron realmente grises -y lo digo por lo nublado y la lluvia que persistía ese día. Afortunadamente, aunque había una larga fila para entrar, la espera no fue demasiado larga y gracias al gran tamaño del recinto, uno no siente que haya tanta gente como realmente hay.

No puedo dejar pasar inadvertida la nacada que una pareja de rusos tuvo intenciones de hacer al imaginar posible meterse en la fila que llevaba una hora haciendo, so pretexto de la lluvia. No sería yo si no me hubiera puesto “loca” y los mandé directito y sin escalas hasta … el final de la fila.

Uff, lo logré. Ya estaba adentro, justo debajo de la pirámide de cristal y no sabía qué pasillo tomar: El de la izquierda, el del centro, el de la derecha, hacer reserva para la exposición temporal. Pensé, tan sólo un momento, que la decisión era difícil, sin embargo, la cautela llegó a mi alma y me dije que podía regresar cuando quisiera. Lo único que tendría que hacer en ese momento era decidir por dónde empezaría. De tal suerte, decidí comenzar por la escultura italiana, seguí con la pintura italiana hasta llegar a la tan esperada Gioconda, seguí el recorrido y pasé por algunas obras del Greco y así llegué a los famosos cuadros de “grande taille” franceses. Continué hasta que llegué a la recién remodelada sala griega y frente a mí la Venus de Milo. Ay, ya me estaba cansando. Llevaba tiradas más de cien fotografías y yo sentía que no había ni siquiera pellizcado el museo. Miré el reloj; llevaba cerca de tres horas en él. Aún con energía continué hasta agotarme. No estoy segura si el agotamiento fue físico o si preferí regresar a casa y hacer un recuento de todo lo visto, de todo lo aprendido, de todo lo que por tanto tiempo había querido ver con mis propios ojos y estaba ahora conociendo en vivo y a todo color y no por medio de una imagen en un libro.

La verdad es que fueron varios factores. Físicamente ya habían pasado seis horas en las que había caminado el museo. También, me di cuenta que ya había recorrido una tercera parte del mismo, y pues como tenía hambre y en cosa de 45 minutos comenzarían a arrear a la gente para vaciar las salas, pues decidí que sería mejor regresar a casa y hacer una recapitulación. Con seguridad tenía que hacerlo; había bastantes fotos por revisar y mucho por clasificar en la mente.

Ciertamente, el lugar es tan grande que aún estoy reuniendo energía y fuerzas para el segundo recorrido. Maravilloso es haber sido testigo de la noticia que daban al entrar. Aparentemente está en proceso un “hermanito” en Abu Dhabi. Digo, nadie podrá quejarse que no están avisando con tiempo para planear una visita a los Emiratos Árabes… mmm, pero eso será tema posterior a considerar.

Lo que no me gustó: Aunque el acervo es enorme y uno quisiera que todo estuviera en exhibición, me parece que hay demasiado. No estoy segura de haber sido capaz de apreciar todas las obras vistas en su máximo esplendor.

Lo que me fascinó: Que en cuanto tenga el valor para volverme a cansar tanto que al día siguiente no pueda siquiera dar paso, ya sé a dónde voy a ir, pues me quedan dos terceras partes por recorrerle. Y eso que no he contado la sala nueva que abrirán la próxima primavera y que muero de curiosidad por conocer, pues será dedicada al mundo islámico.

Recomendación para visitas futuras: No vale la pena en realidad la guía multimedia. Si fuiste a la escuela y algo aprendiste… será suficiente para que al momento que veas las obras recuerdes tu clase de Historia Universal. Pero si eres demasiado necio, pues réntala por 6 Euros.

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